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Opinión: Una nueva crisis puede llegar en noviembre.

Por: Jonathan J. Nunez Rivera

La Comisión Estatal de Elecciones (CEE) tiene un solo trabajo que se realiza cada cuatro años, y es certificar y asegurar que el proceso eleccionario sea transparente y válido.

Lamentablemente, con una apresurada reforma al sistema electoral, la cual se advirtió durante meses por parte de expertos y de miembros de los partidos de la oposición que de aprobarse eliminaría recursos necesarios para la CEE, hizo precisamente eso en las primarias del pasado domingo 9 de agosto.

La última institución en nuestro país en la cual quedaba algo de confianza se ha venido abajo, y la respuesta del Partido Popular Democratico (PPD) y del Partido Nuevo Progresista (PNP) ha demostrado que son más de lo mismo al entrar en negociaciones para posponer las primarias cuando esa es una decisión que le tocaba a la CEE, no a los partidos.

A pesar de la decisión del Tribunal Supremo de Puerto Rico, la cual establece que las primarias continuarán el próximo 16 de agosto con los resultados de los votos ya emitidos siendo revelados ese mismo dia, uno no puede dejar de sentir que todo este caos fue uno premeditado por alguna persona o ente, en específico una persona o ente proveniente de la actual administración.

Muchos han comparado los eventos del pasado domingo a la elección general de 1980 y las irregularidades que eventualmente hicieron que el entonces gobernador Carlos Romero Barceló fuese reelecto a un segundo término en vez de su contrincante Rafael Hernández Colón. Pero esto es muy distinto, al menos en esa elección ya los votos habían sido emitidos, en esta elección primarista miles de ciudadanos se les negó el derecho constitucional del voto por aparente “negligencia” al no enviar las papeletas a varios centros de votación en distintas partes del país, en especial la zona rural.

Todo este caos debe servir como una señal de alerta para las elecciones generales este próximo 3 de noviembre. Si esto fue un simple proceso primarista entre los partidos tradicionales y se formó toda una crisis electoral que terminó en el Tribunal Supremo, ¿Qué pasará en las elecciones generales? ¿Habrá confianza en el resultado?

¿Ocurrirán las mismas irregularidades o será peor? De ser un proceso que el pueblo considere ilegítimo, ¿se lanzarán a las calles como lo hicieron en el verano del 2019? Tendremos que esperar a noviembre para saber las respuestas a estas interrogantes. Pero de algo si estoy seguro, el imaginario que nos vendieron de un supuesto Estado Libre Asociado en el cual se respetaba al pueblo y su voto, se ha venido abajo.  

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