Opinión: Consumo de sustancias ilícitas en el plantel escolar

Redactado por: Alexandra Alvarado
La Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA), en el año académico 2018 al 2019, registraron unas 500 escuelas alrededor de la isla en el cual se abarcó casi 300,000 jóvenes que estuvieron involucrados en incidentes de drogas en las escuelas, ya sea por consumo o ventas de estas dentro del plantel escolar.
De igual forma, del año 2018 hasta el 2020 se realizaron unas encuestas en donde se demostró que el 33% de los estudiantes entre séptimo y duodécimo grado consumen bebidas alcohólicas y en menores cantidades, marihuana y tabaco.
No es noticia nueva saber que en las escuelas ocurre tráfico de drogas pues muchos hemos estado en el sistema público de Puerto Rico y hemos visto a compañeros que decidieron ser traficantes dentro del plantel escolar o eligieron ser consumidores de las mismas.
Sin embargo, es muy alarmante saber que continua presente desde hace décadas en nuestras escuelas publicas del país y aunque se le brinden talleres y orientaciones a los jóvenes, el consumo sigue siendo el mismo.
Esto me lleva a cuestionarme, ¿Dónde están esas medidas de prevención adecuadas que se deben llevar en el sistema educativo?, ¿De cada cuanto tiempo monitorean las actividades de los jóvenes en sus horas de recreo y cuántas veces hacen una revisión a sus pertenencias?
Sé que la privacidad de cada estudiante es un derecho colectivo. Sin embargo, se debería tener más monitoreo y acceso a sus acciones, evitar espacios distanciados y solitarios e incluir un buen sistema de vigilancia mediante cámaras.
Recuerdo estar cursando mis grados de intermedia el aula de clases y de forma repentina llegar la directora a realizar una revisión de nuestros bultos. Cada uno de nosotros debía pasarse justo al lado del asiento sin tener oportunidad de guardar algún material o tocar nuestras pertenencias. De esta manera, corroboraban si algún menor de edad poseía alguna sustancia controlada.
Si el Departamento de Educación asignara más de un guardia de seguridad para los planteles, estoy segura que podría existir un mejor monitoreo en las horas de recreo. Incluso, incluir más actividades de bellas artes o tareas comunitarias semanales que ocupen y distraigan a los jóvenes de estos malos hábitos, puede disminuir el consumo de sustancias ilícitas.
La convivencia segura y adecuada de nuestros jóvenes dentro de las escuelas, debe ser uno sano y no de riesgo. Es tarea de los adultos hacerse responsable del control y cuidado de los jóvenes; en esto me dirijo a la junta escolar. De igual forma, a los padres, quienes deberían ser los primeros en educar a sus hijos sobre lo que se debe hacer y lo que no conlleva consecuencias positivas.
No podemos quedarnos con la idea de “mi hijo está muy grande, sabe si lo que hace está bien o mal” porque un joven no tiene autoridad en si mismo por completo, hasta completar los 21 años de edad, por ende la responsabilidad de educar y velar por su seguridad es de los adultos.